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miércoles, 5 de septiembre de 2012

UNA VELADA EN LA CASA DE MANUEL SALAZAR

Por Pedro Payano-Safadit
(Nota: Gracias  a Manuel por autorizarnos a publicar este comentario)

Hace varios días, Maritza, mi novia de más de 27 años, y yo, fuimos invitados por los esposos Manuel y Mirqueya, a cenar en su casa. El objetivo del encuentro no tenía nada que ver con política (¡pero como dominicanos al fin, imagínate!). Ellos y mi esposa mantienen una relación de amistad que data desde los años en que eran estudiantes de economía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Por supuesto, desde ese entonces yo también vengo siendo parte de esa cofradía por añadidura. Para ventura de Manuel, mi esposa le presentó a quien sería tiempo después su compañera de por vida. Eso él no lo olvida nunca. Y como es muy agradecido, cada vez que visitamos la capital no pierde la oportunidad para invitarnos a su casa a compartir. Eso significa que el día que tengamos el privilegio de que ellos nos visiten, tendremos que tratarlos como reyes. ¡Ah! Estuvieron presentes también, nuestros compañeros, Tony y Tary.

Lo interesante de estos encuentros es que cuando nos sumergimos en las remembranzas, siempre tenemos que darle reconocimiento a Manuel por su excelencia como estudiante. Sacaba notas de honor pese a estar inmerso en sus actividades políticas y sin hacer actos presenciales en el salón de clase.

Sin embargo, lo más importante que podemos destacar de él son sus cualidades humanísticas. Por ejemplo, nos confesó que se opone a la pena de muerte y explicó sus razones. Entre los presentes salió a relucir como ejemplo, el asesinato del poeta revolucionario Roque Dalton, en el Salvador, como resultado de la desviación que prevaleció por muchos años en un sector de la izquierda, que en aras de lograr sus “verdades” ideológicas, olvidó que el objetivo es la redención de la humanidad, no su extinción. Pusimos otros ejemplos concretos que ocurrieron en la Republica Dominicana.

Otro aspecto que rechazó vehementemente fue el secuestro. Señaló que no hay razones valederas para justificarlo, ni políticamente ni de otra índole. Se expresaba en su rostro cierta pasión cuando estaba tocando este tema. Todos los presentes nos identificamos a unanimidad con esa posición.

Esa noche Manuel Salazar nos dijo, según interpreté, que si tuviera que reducir su valoración del ser humano por la política, ahí mismo la abandonaría. Eso quizás explica su gran habilidad en el manejo de las relaciones humanas. Con todo el mundo se lleva bien; ni siquiera a los que lo rechazan les guarda animadversión. Trata de practicar vínculos de amistad por encima de la bandería político-ideológica. Y esa actitud no es muy común en nuestro país, ya que la mayoría de los líderes toman las diferencias o divergencias de manera personal, en vez de asumirlas como un asunto de tipo político. Si él fuera como es la generalidad, lo más probable es que no nos habría invitado a comer, pese a los vínculos históricos de amistad que tenemos. Digo esto porque no pierdo una oportunidad (como nos vemos tan pocas veces) para dejarle saber algunas de las diferencias que tenemos en torno a la visión y la misión, la línea de construcción y la relación con la sociedad; además, comprender el papel de los nuevos actores sociales emergentes que irrumpen en el proceso político-social. Independientemente, de que los dos queremos un mundo mejor, partimos de diferentes paradigmas.

Queremos admitir, que aún en las divergencias, Manuel tiene el don de la paciencia para escuchar; esperamos que no cambie. Eso quizás explique por qué no pierde los estribos cuando somos reiterativos. Incluso, cuando nos despedíamos mostró una gran serenidad cuando lo desafié a que hiciéramos añicos el viejo paradigma y comenzáramos uno nuevo si en verdad queríamos un nuevo rumbo para el país. Aceptó el reto, pero lo interpreté como una manera cortes del anfitrión antes de despedir a sus invitados.

Decimos esto, porque aunque su respuesta fuera sincera, no necesariamente refleja el sentir de su colectividad.

¡Qué velada aquella! ¡Si pudiéramos transformar el espíritu de camaradería que predominó esa noche, para abrir nuestras mentes sin ataduras algunas, ni el cielo sería el límite ni las barreras los obstáculos!

7-22-2012

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