Tomado de 7dias.com.do
Le ha tocado a Danilo Medina la histórica misión de empezar a desmontar la larga noche del Estado neoliberal y empezar a construir el Estado de Bienestar en el país. Comenzar a desactivar la “bomba social” no es tarea fácil. Las medidas para ello han sido, en gran parte, anunciadas en los discursos de campaña. Aquí expondremos otras, que sin embargo no fueron muy aireadas en ese momento.
El nuevo presidente tendrá que dejar de lado muchos de los compromisos contraídos en la campaña política (políticos y económicos) y asumir su verdadero compromiso que está con las grandes mayorías del pueblo. Será un camino tortuoso y difícil de trillar, pero no imposible.
El presidente Rafael Correa, del Ecuador, lo explica con estas palabras: “El problema del desarrollo en nuestros países no es un problema técnico, como se nos hizo creer por mucho tiempo, es un problema político. Si América Latina no cambia las relaciones de poder no va a producirse un desarrollo para las grandes mayorías”.
El pacto social al que Medina tanto hizo referencia en sus discursos, será necesario para que finalmente surja un gobierno progresista con base en la inversión social.
La economía dominicana presenta un alto nivel de pobreza y de desigualdad social producto de una masiva aplicación de medidas neoliberales. Para recuperar al Estado redistributivo se hace necesario aplicar medidas de índole fiscal que reviertan el carácter regresivo que actualmente tiene, por una política fiscal de índole progresiva, es decir, a mayor nivel de ingresos mayor tasa de impuestos.
Convertido en un deseo colectivo, la aproximación a un Estado del bienestar obligará al nuevo gobierno a rechazar un nuevo acuerdo con el FMI o, en caso contrario, a no aceptar todo el ajuste recomendado por este organismo.
Se hará necesario cierto grado de renegociación de la deuda externa y probablemente la aplicación de una auditoria de esta, que identifique casos de deuda ilegal (ej. deuda para pagar deuda) lo que permitirá liberar recursos públicos para ser aplicados en políticas sociales, despejando la contradicción financiera entre el pago del servicio de la deuda versus la inversión social.
Reducir al mínimo la evasión fiscal y transparentar al máximo las compras públicas contribuirá al fortalecimiento de los ingresos fiscales, aplicando rigurosamente y en toda su extensión la ley de compras y contrataciones del sector público.
Con estos recursos liberados se podrá reducir el déficit en infraestructura educativa aplicando el 4% del PBI al presupuesto de Educación.
En la salud pública el establecimiento de un seguro universal y la implementación de programas de medicina preventiva para ir superando gradualmente a los de medicina curativa, ayudarán a reducir los costos generales en salud.
Mejorar las condiciones de los contratos mineros, especialmente con la mega minería metálica, como se está haciendo en Ecuador, Perú y Argentina, entre otros países de la región, al tiempo que captaríamos más recursos para el desarrollo, sería un acto de soberanía de valor incalculable para la alicaída autoestima del pueblo dominicano. Los recursos no renovables de la nación deben ser protegidos a toda costa ya que forman parte de la reserva estratégica del país.
En términos de la macroeconomía, la aplicación de medidas procíclicas debe de ser evitada. En ese sentido diferimos de algunos economistas que han sugerido la reducción drástica de la nómina estatal y la eliminación del subsidio eléctrico. El déficit fiscal deberá ser combatido vía el aumento de los ingresos, con estrategias como las recomendadas más arriba y acompañadas de una mayor racionalización del gasto, en tanto que el problema eléctrico básicamente atreves de la renegociación de los contratos; el cambio de la matriz de consumo de combustibles; la reducción de las pérdidas en las redes de trasmisión y la generación de energía atreves de fuentes alternativas.
El reordenamiento del capitalismo interno debe ser emprendido. El sector industrial deberá ser objeto de la aplicación de una estrategia de tipo neodesarrollista, que sobre una base técnico científica, promueva un modelo de industrialización de sustitución de importaciones acompañado de una ampliación del mercado interno. Este nuevo modelo de industrialización supone que algunos tratados comerciales, especialmente el DR-CAFTA, deberán ser renegociados a la luz de los desastrosos resultados provocados por este en el déficit comercial del país y de manera muy particular en el balance con los Estados Unidos.
El gobierno de Danilo Medina tendrá que poner el ojo en otros organismos de integración regional como son el ALBA, UNASUR, CELAC etc. cuyos objetivos y principios distan mucho de aquellos surgidos de la larga y oscura noche neoliberal.
Será necesario un aumento del salario mínimo que rescate los salarios reales de la erosión inflacionaria de los últimos años y ejecutar políticas que nos liberen de una vez por todas de la degradante competencia de la miseria. El presidente Correa lo explica muy bien con este párrafo: “En la etapa neoliberal América Latina precarizó el mercado laboral. Garantizó bajos salarios y estabilidad laboral. Competíamos por ofrecer bajos impuestos y salarios a la inversión extranjera promoviendo una mayor transferencia de ingresos a las compañías extranjeras”.
Solo con una alta dosis de soberanía e independencia en nuestra política exterior podrá el nuevo presidente abrir las tan necesarias relaciones diplomáticas con la República Popular China y aprovechar al máximo la política de solidaridad con los pueblos que ofrecen tanto Cuba como Venezuela en áreas como la salud y la educación.
El “Lula caribeño”, como ya ha sido bautizado Danilo Medina, tendrá la privilegiada oportunidad, si asume con decisión y valentía su histórico momento y no claudica, como en el caso de quien será su antecesor en el cargo, de construir un liderazgo con sentimientos de raíces verdaderas y profundas en el pueblo dominicano.
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