Por Melvin Mañón
Primera:
Ahora que Leonel
Fernández ha quedado temporalmente fuera de juego es posible entender mejor que
la única finalidad de todas las publicaciones en la prensa extranjera, las
denuncias de Quirino, el sometimiento a Félix Bautista y la divulgación de
otros expedientes incriminatorios era invalidarlo como opción de poder para las
elecciones del 2016. Desde el primer día sostuve que Félix Bautista no era el
blanco ni el objetivo final de esos ataques sino solamente la vía para llegar a
Leonel de manera inequívoca e intimidatoria. Esas denuncias, sometimientos y
publicaciones cavaron una fosa enorme por la que fueron sumergiéndose numerosas
aspiraciones, posiciones y ventajas políticas de Leonel Fernández.
Otro revelador
aspecto que, también había sido observado y así mismo negado entonces se
refiere a las dotes de Fernández como estadista, estratega y timonel. Ahora,
navegando con el viento en contra es ostensible que, sin ser tarado, imbécil ni
nada por el estilo, Leonel Fernández no está, ni estuvo nunca adornado de esas,
las cualidades que hacen a un gran dirigente. Beneficiario de circunstancias
que le fueron favorables y que él supo aprovechar Leonel Fernández promovió y
fabricaron para el una imagen de hombre capaz, visionario y estratega que
incluso llegaron a presentarse como equiparables a las de Joaquín Balaguer.
Durante años, respondía a esas observaciones que nunca compartí diciendo: Balaguer
era un seductor, Leonel es apenas un proxeneta. Pero le leyenda de sus
destrezas se estableció y es ahora cuando se derrumba, no porque lo hubiera
anticipado uno, sino porque la gente solamente se percata de aquello que está a
la vista y a veces ni siquiera de eso.
Cuando meses
atrás decía que los americanos estaban detrás de todo el asunto y del tema de
Leonel muchos discreparon. Entre el
escepticismo de unos y la ceguera de muchos me mantuve asegurando que la
ofensiva contra Leonel procedía de los Estados Unidos y de ninguna manera era
una iniciativa de Danilo Medina ni de Francisco Domínguez Brito. Fui el primero
en sostener esa creencia y divulgarla, al menos, hasta prueba en contrario.
Ahora podemos
observar como, de repente, casi por arte de magia, cesaron las presiones de
Quirino, las denuncias en la prensa internacional y los procesos judiciales
permanecen en el limbo jurídico. Todo fue concebido y manejado como una gran
obra de teatro. Procesos, denuncias y publicaciones perseguían invalidar a
Leonel y lo lograron; todo fue un curso de acción al que apelar no para hacer
justicia sino para asegurarse de que no se haga.
El mito de la
genialidad política de Leonel Fernández fue tan exitoso que hasta él mismo
llegó a creérselo. El otro mito que atribuye a Danilo Medina una simpatía que
jamás ha tenido y que también él se lo cree, se derrumbará por lo mismo que
colapsó el otro. Porque ha sido falso desde el principio. El PLD ha sabido
utilizar las encuestas no para retratar situaciones sino para inducirlas. Han
tenido con la leyenda de la popularidad de Danilo un éxito tan extraordinario
como el que tuvieron con Leonel a quien le atribuían un nivel de destrezas que
nunca tuvo.
Hay innumerables
quejas y denuncias del acuerdo suscrito entre Leonel y Danilo que involucra a
las claras una repartición del poder. No vale la pena repetir aquí los aspectos
ya denunciados precisamente por lo que tiene esa repartición de pecaminosa por
no hablar de francamente antidemocrática. Es frecuente, mas no por eso justificado
que dirigentes de partidos o de facciones dentro de un mismo partido se pongan
de acuerdo a las buenas o a las malas para acomodar las apetencias y los
intereses de sus seguidores en el reparto de la cosa pública. Lo que carece de
precedentes, hasta donde alcanza mi conocimiento es que dos dirigentes
políticos, uno de ellos jefe de estado se pongan de acuerdo para que al
interior del poder judicial se mantenga en sus puestos dentro de la judicatura
a los jueces de las altas y pequeñas
cortes que han garantizado hasta ahora los mas altos niveles de impunidad
concebibles. Ambos personajes se
comprometen y garantizan que no se hará justicia, que no se perseguirá a nadie
de ese litoral, que los funcionarios pueden hacer y deshacer ahora como ya lo
hicieron antes y que los jueces han recibido un mandato explícito para asegurar
que no se haga justicia y así consagrar el crimen como la norma prevaleciente
del quehacer dominicano.
Danilo Medina y
Leonel Fernández pasarán, sin duda, a la historia como dos canallas de la
estirpe de Baez o peor. Pero nosotros, los que hemos adversado a esta canalla,
también pasaremos a la historia por nuestra incompetencia, por nuestras mezquindades,
y por nuestra miopía.
Observen de cerca
el acuerdo PLD-PRD y busquen en esa pieza no la evidencia de la desvergüenza de
ambos, sino el entramado del fraude electoral que ya montan para mayo del 2016.
Y lo que mas me asombra de todo esto, no es la desvergüenza de estos
personajes, sino la ceguera de nuestros, por así decirlo, “líderes”.
* Tomado de
Acento.com.do
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