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viernes, 1 de febrero de 2013

LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y LA TOMA DEL PODER

Por Rafael González

El objetivo estratégico de cualquier grupo, movimiento o partido político tiene que ser la toma del poder ya que solo desde el control del gobierno y el estado se pueden poner en práctica las grandes transformaciones políticas, sociales y culturales que requiere cualquier sociedad de un país determinado.

Los partidos políticos son agrupaciones humanas, entidades sociales que surgen como una necesidad histórica de la sociedad en la cual interactúan diferentes clases sociales cuyos intereses económicos, políticos y culturales son también diferentes.

Todos los partidos se aglutinan generalmente en torno a un líder, el cual es usualmente carismático y representa las aspiraciones, los intereses, las ideas y los principios de un importante segmento de la población. Alrededor de esa figura gira una cantidad más o menos numerosa de otros/as líderes y dirigentes, que tienen a su vez la representación del líder principal en los diferentes escenarios donde actúan.

Aunque la idea de organizar a la gente haya sido iniciativa de un líder carismático y la gente piense que por esa razón ese partido le pertenece a él, la verdad es que los partidos pertenecen a la sociedad, y el desarrollo de los líderes y dirigentes está directamente relacionado a sus condiciones materiales de existencia, que a su vez depende del desarrollo económico, social, político y cultural de esa sociedad en un momento histórico determinado.

Un país económica y socialmente atrasado como lo es la República Dominicana produce mayormente políticos atrasados, sin importar la parcela política a la que estén afiliados sus componentes o la definición ideológica de esta. Ese atraso se manifiesta claramente en la carencia de análisis, la emotividad, la desconfianza, el arribismo, entre otras desviaciones y deficiencias, así como ignorar que la política es una ciencia y como tal debe ser vista y analizada.

Los partidos no son el producto del capricho de uno o varios hombres sino una necesidad de la sociedad donde viven y actúan y de las clases sociales a las que pertenecen esos individuos; es decir son productos sociales, no individuales. La lucha de clases, factor que es el motor de la historia, genera las fuerzas sociales suficientes y necesarias para que las clases, capas y segmentos sociales se agrupen en torno a un ideal y a un líder que las represente.

Cuando las personas que habitaban la parte este de la isla española maduraron y se reconocieron a sí mismo como un pueblo, histórica y culturalmente diferente al haitiano, formaron un partido político llamado La Trinitaria, cuyo líder y fundador fue Juan Pablo Duarte, y se dispusieron a luchar por su independencia y separación del estado haitiano, que ocupaba esa parte de la isla desde hacía más de veinte años.

Fue La Trinitaria el primer partido político que se formó en la parte que hoy ocupa la República Dominicana y surgió en torno a un líder, Juan Pablo Duarte, y a un ideal, la independencia nacional.

Si estudiamos el partido político llamado La Trinitaria, nos damos cuenta de que este no era un partido de grandes masas. No podía serlo porque era un partido que se formó y actuaba en la clandestinidad, mas bien era un partido de cuadros, integrado por lo más granado de la alta y la mediana pequeña burguesía, que luchaba por establecer en la parte este de la isla una democracia burguesa, tal y como las había visto Duarte en Europa.

Todo partido político tiene que tener un líder respetado y reconocido en todo el territorio donde opere, una ideología, un plan de organización y un objetivo claro, preciso y determinado de tomar el poder. El partido que reúna las condiciones antes citadas y que sea a su vez un partido de cuadros, ideológica y políticamente bien formados, y que busque la cantidad como un resultado de la calidad de sus miembros, no tiene necesariamente que esperar a convertirse en un partido de masas o mayoritario para lanzarse a la toma del poder.

Las masas por lo regular son conservadoras o simplemente indiferentes, debido fundamentalmente a que tienen que enfrentar sus difíciles condiciones materiales de existencia, desempleo, marginalidad, pobreza y otras carencias, y solo en las grandes convulsiones sociales desempeñan un papel protagónico, llegando muchos de sus miembros a destacarse como grandes dirigentes dentro del proceso social en marcha.

Las masas suelen no militar en ningún partido político. Simpatizan en mayor o menor medida por uno u otro, pero generalmente no militan. Solo los sectores más conscientes de las capas medias, los intelectuales, sectores estudiantiles, algunos profesionales progresistas, así como uno que otro dirigente obrero y campesino militan en los partidos políticos progresistas, contestatarios o revolucionarios, pero la mayoría de las masas no.

El grupo político debe representar los anhelos de las grandes mayorías desde el punto de vista programático y político a fin de ganarse sus simpatías, para dirigirlas a alcanzar las metas que se ha propuesto la dirección política del partido. En ese proceso de lucha son los dirigentes que tienen que tener claro hacia donde van, y dirigir las masas hacia ese objetivo estratégico, que es, nada más y nada menos la toma del poder.

Por eso es que una agrupación política no tiene que tener una gran militancia para plantearse esa meta. La mayoría de los partidos que han llegado al poder en América Latina eran originalmente grupos relativamente pequeños, pero con la firme decisión de llegar al poder, y pudieron sintonizar sus propuestas con los anhelos de las grandes masas. Esos partidos lograron consolidarse después de haber tomado el poder, como fue el caso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, el cual ni siquiera se había formado antes de la toma del poder) o Alianza País (ALPAIS) en Ecuador, así como el Movimiento Al Socialismo (MAS) de Evo Morales en Bolivia.

La grave crisis económica, política y social que padeció América Latina en las décadas de los años ochenta y noventa hizo disminuir en grado sumo, y en muchos casos hizo desaparecer a la mayoría de los partidos tradicionales y allanó el camino para la toma del poder a las nuevas agrupaciones y líderes de la izquierda latinoamericana.

La firme decisión de alcanzar el poder tiene su base en una clara política de alianzas con las fuerzas políticas y sociales que sean susceptibles de formar un amplio abanico, con un candidato y líder común y un programa que recoja las reivindicaciones más sentidas por el pueblo, sin sectarismos ni vanguardismos de ninguna índole.

Enero 25, 2013

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