Por Narciso Isa Conde
Llega febrero. Mes de la patria, sobre todo por la hazaña de Duarte y los trinitarios/as; pero también por Caamaño, abril y Caracoles.
Hay quienes se empeñan en dividir al Héroe Nacional Francisco Alberto Caamaño Deñó por las diferencias significativas entre los dos grandes momentos revolucionarios que protagonizó. Uno con estatura de gesta, la principal del siglo XX; otro con perfil expedicionario de alto riesgo, desde un exilio forzado y una férrea ilusión de encender la chispa en una pradera contrarrevolucionaria bajo férreo control imperial.
Circunstancias distintas para un liderazgo que brotó de la insurgencia cívico-militar masiva y concluye su vida física en intrépido ensayo guerrillero de heroica inspiración “foquista”.
Modalidades distintas de acción con la misma figura central.
Circunstancias y actores políticos y sociales diferentes. Correlaciones de fuerzas distintas e irrupciones en periodos nada parecidos: la primera en fase de auge revolucionario y la segunda en etapa de resistencia y relativo reflujo frente al terrorismo de Estado imperante.
Caamaño, actuando en condiciones y con entornos diferentes. Hechos y circunstancias que es conveniente analizar detenidamente con espíritu crítico, siempre desde la grandeza de sus protagonistas, no importa sus contradicciones y errores; sin hablar de traición donde solo hubo diferencias y errores, aunque mostrando con precisión y pruebas donde pudo estar la mano enemiga.
• Caamaño indivisible, acciones diferenciadas
Francis fue grande entre los grandes en Abril y en Febrero, por encima de los aciertos y los errores, lo que es obligado reconocer más allá de los enfoques y posicionamientos diferentes en torno a la preparación, el emprendimiento y el revés sufrido en la guerrilla de febrero-73; y, naturalmente, por encima de las comprensibles pasiones que su pérdida ocasiona.
Caamaño es el mismo ser, indivisible en ese intenso trayecto de nuestra historia. Ser trascendente, vivo, mutable, actuante, de carne y hueso, con luces mayores y sombras menores en todo lo que le tocó actuar, forjando junto a diferentes colectivos, acontecimientos que hoy son gestas y acciones heroicas; incluso reconocidas –aun hipócritamente- hasta por los opresores del pueblo y portadores de los antivalores reinantes.
Caamaño es Abril-65, en tanto epopeya hacia la revolución democrática y en tanto guerra patria contra el yanqui invasor que bloqueó su curso triunfal. Es, en consecuencia, rebeldía contra la corrupción y el despotismo, patriotismo militar, honestidad, antiimperialismo, poder popular, justicia…
Caamaño es Febrero-Caracoles-73, en tanto expedición revolucionaria desde el salto personal al ideal socialista y a la concepción guerrillera, entorpecida por cuantiosas incomprensiones, divisiones, limitaciones y obstáculos mayores. Es expresión, por tanto, de audacia y desafío heroico; colindante con la inmolación por principios, retos y valores supremos. Es todo esto más allá y por encima de los resultados que concluyen en la pérdida del segundo gran liderazgo nacional (Manolo-Francis), popular y revolucionario, de la post-tiranía, que genera tensas y perdurables emociones y controversias fuera de tono.
En Caamaño, abril y febrero, se abrazan para conducirlo y conducir todo lo que encarnó hacia la más sublime inmortalidad, hacia el presente y el futuro; sin dogmas, como ejemplo vivo, actuante, imprescindible e irrenunciable. Con su pasado pre-revolucionario a cuesta, parte de una sola biografía, que lejos de avergonzar enaltece, por su evolución ascendente.
Renunciemos, en consecuencia, tanto al ícono inaccesible como a la visión mezquina que lo minimiza. Humanicémoslo y proyectemos su ejemplo. Derrotemos los esfuerzos para confinarlo del pasado y recuperémoslo para cada presente en todo lo que vale y proyecta. No ensuciemos su memoria ni seccionemos la columna de sus valores -unos mayores, otros menores- que lo ha catapultado a la galería de héroes y heroínas de nuestra patria y nuestra América.
• Tiempos para Caamaño
Así las cosas, a los 40 años del desembarco de Playa Caracoles, de su captura y vil fusilamiento, al héroe de la abril del 65 y al comandante de la guerrilla del 73, los auténticos revolucionarios de las más diversas generaciones solo podemos rendirle merecido y consecuente tributo, reafirmando -sin dobleces ni simulaciones- la decisión de derrotar la recolonización neoliberal, rescatar la soberanía nacional y popular, construir democracia participativa y desbrozar la ruta hacia la recreación del socialismo, que antes de ser ejecutado abrazó. Solo así podemos identificarnos con su inmensa humanidad convertida en acción transformadora.
Caamaño, héroe nacional y símbolo de soberanía, es de los muertos que no mueren, de los que viven por siempre en el corazón del pueblo oprimido, estimulando todas las indignaciones y todas rebeldías contenidas. Sobretodo si así lo valoramos y lo abrazamos en el proceso de construcción de la nueva mística revolucionaria del siglo XXI.
En realidad él, como todos los grandes próceres, es el pueblo que quiere ser dueño de su país. Que por los desgobiernos padecidos (a cargo del PRSC, PRD y PLD) y por el bloque dominante que lo exprime “no merece el nombre de país sino de tumba, hueco o sepultura”.
Empobrecida gran parte de la sociedad, convertido nuestro territorio, sus fuentes de agua y hermosas costas en presa de la voracidad de la Barrick Gold, Uni Gold, Gold Corp, Xtrata Nickel-Falcondo…, de las corporaciones hoteleras, de la gran burguesía dependiente y los políticos y generales corruptos, este país de Duarte y Luperón, de Manolo y Gilbert, de los héroes de la Barranquita y los Comandos de Abril, de los combatientes con nombres y sin nombres que resisten a pecho desnudo la embestida neoliberal y la voracidad imperialista; este país, lucha tras luchas, se está percatando de la necesidad de recuperar su naturaleza, su geografía, su memoria, sus héroes y heroínas, su destino...
Y es que no puede haber independencia política sin apropiación pertinente tanto de su historia emancipadora como de los espacios y recursos en que viven los seres humanos de Quisqueya. La revolución en la agenda pendiente, la revolución del siglo XXI, es también por la liberación de la naturaleza maltratada y oprimida junto a la gente que la habita; por el fin de la opresión de la mujer, del ecocidio, de la dictadura contra jóvenes y niños/as, del reino explotador del capital y de la coyunda imperial.
Derrotar la privatización y la extranjerización de las áreas protegidas, convertir al pueblo en contra-poder hacia el poder, crear nueva democracia a través de la Constituyente Popular, garantizar que la libertad y el aire que respire nuestro pueblo, el agua que toma nuestra gente, el alimento que ingiere cada habitante de nuestra patria tenga la calidad y esté en la cantidad necesaria para que la vida sea plena y sea sana, deben ser propósitos que acompañen el grito de unidad en la lucha que recupere el formidable ejemplo del Coronel Caamaño, que decidió estar presente hoy mañana y siempre en todos los combates necesarios.
30-01-2013, Santo Domingo, RD.
Proyecto Duartiano comprometido en la lucha por una verdadera independencia del pueblo dominicano
FRASE DE DUARTE
“Trabajemos por y para la Patria que es lo mismo que trabajar para nosotros y para nuestros hijos”. JUAN PABLO DUARTE Y DIEZ
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