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viernes, 1 de febrero de 2013

LA DISTANCIA ENTRE FIDEL Y CAAMAÑO INFLUYÓ EN EL FRACASO DE LA GUERRILLA DE CARACOLES

Por Panky Corcino

Vicenta Vélez Catrain muestra documentos de Francisco Alberto Caamaño. (Foto: Roberto Guzmán)

Cartas inéditas de Caamaño a Fidel Castro evidencian que sus planes guerrilleros se vieron afectados por el distanciamiento con el líder cubano, quien no lo recibió por más de dos años para discutir temas estratégicos, así como por inconvenientes con “Barbarroja” y por la decisión de Juan Bosch de romper con la iniciativa rebelde.

Durante más de dos años, Francisco Alberto Caamaño Deñó trató sin éxito de reunirse con Fidel Castro, como lo evidencian las cartas en las que pedía al líder cubano agilizar el apoyo a sus planes de desembarcar en República Dominicana con un ejército revolucionario que –en principio– derrocaría a Joaquín Balaguer y viabilizaría el retorno de Juan Bosch al poder. Esa falta de comunicación, que personas del entorno del guerrillero se empeñan en negar, así como la ruptura definitiva con Barbarroja (Manuel Piñeyro Losada), contribuyeron a la postergación y el fracaso de la expedición de playa Caracoles, de febrero de 1973.

“Durante más de dos años el organismo que nos atiende me planteó en múltiples ocasiones una reunión contigo, Fidel, que nunca se realizó”, escribió Caamaño Deñó a Fidel, en octubre de 1972. “En esta reunión se deberían definir cuestiones de vital importancia que tenían que ver con los más profundos objetivos de nuestra organización”, decía el ex oficial dominicano que entrenaba en Cuba bajo el seudónimo de Román.

Varias misivas inéditas, cuyas copias manuscritas o a maquinilla conserva Vicenta Vélez Catrain, quien fuera su compañera sentimental y de lucha, aluden a los inconvenientes del guerrillero dominicano con Barbarroja, el viceministro técnico del Interior de Cuba, que manejaba la política de inteligencia e impulsaba los planes para expandir el comunismo a otros países.

“Es doloroso saber que mucho del sudor y el trabajo de tu pueblo no sea del mejor modo empleado, aunque descarga de peso el hecho de conocer que ese esfuerzo se brinda desinteresadamente como un deber cotidiano”, escribió Caamaño Deñó en una de sus cartas a Castro.

Tanto Vélez Catrain, como Claudio Caamaño, uno de los sobrevivientes de la expedición de Caracoles, aseguran que los inconvenientes llevaron a Caamaño Deñó a encarar de manera agresiva a Barbarroja.

Vicenta revela que su pareja, incluso, le llegó a confesar en un momento de indignación que estaba dispuesto “a matar a Piñeyro” de un disparo, utilizando una pistola rusa que le había regalado Fidel en uno de sus cumpleaños, la cual, al montarla sobre su canana de madera, simulaba una especie de metralleta. “Me dijo: ‘prepárate, porque si uno de mis compañeros trata o hace intento de matar a Piñeyro, lo voy a matar yo. No al compañero, sino a Piñeyro’”.

La ruptura con Piñeyro llevó a la intervención de Fidel Castro, quien designó a José Abrahantes, viceministro del Interior, para que entrenara a los guerrilleros dominicanos durante su última etapa en Cuba. Claudio calcula que la discusión agresiva entre Caamaño Deñó y Barbarroja se produjo a principios de septiembre de 1972. “Después de eso, pasamos a ser entrenados por el grupo de la escolta personal de Fidel”, dice el sobreviviente de la expedición armada.

Francisco Alberto Caamaño Deñó tomaba notas de todas sus acciones en forma constante. Su compañera, Vicenta Vélez Catrain, cuenta que se dedicó a recoger y guardar los apuntes del Coronel de Abril por recomendación de Celia Sánchez Manduley, la revolucionaria que acompañó al líder cubano durante décadas.

Camaño Deñó llevó un diario disperso en varios cuadernos que registran los detalles de su estadía en Cuba. El sábado 27 de junio de 1970 se refiere a la necesidad de “salirles al paso a comentarios derrotistas” de sus compañeros de armas, que eran motivados por la situación que padecía su proyecto en ese momento respecto a la falta de atención del gobierno cubano, lo cual se reflejaba en el hecho de que nunca se concretaba la entrevista de planificación pendiente con Fidel.


“En sentido general no solo existe intranquilidad sino indignación por parte de los compañeros con más madurez política”, escribió en su diario. Ese 27 de junio también registró sus intenciones de encontrar, junto a sus compañeros, “otro medio para definir nuestra situación con respecto a la Revolución cubana”.

Hamlet Hermann, el otro sobreviviente de la guerrilla de Caracoles, escribió en su libro El Fiero, Eberto Lalane José, que a Caamaño Deñó conseguir una entrevista con Barbarroja se le “hizo imposible”. “Llegar hasta Fidel era impensable si no se lograba superar ese estrato intermedio”, añade.

“Ni siquiera podía enterarse Caamaño si Fidel había recibido sus mensajes clamando por atención”. Hermann también afirma que “fueron tantas” las posposiciones del organismo cubano a las reuniones formales que debía sostener Caamaño Deñó con Piñeyro, que “llegaron a convertirse en materia de chistes al tiempo que en motivo de indignación”.

“Fidel es un pendejo”. Dariel Alarcón Ramírez (Benigno), un guerrillero ‒del entorno de Fidel y Ernesto (Che) Guevara‒ que desertó de Cuba, asegura en su libro Memorias de un soldado cubano, que el gobierno de Fidel “manipulaba a Caamaño”. Dice que “(…) yo veía la fuerza con que seguía entrenándose y también supe que dedicaba parte de su fortuna a contribuir para los enfrentamientos en Cuba, e incluso puso en las manos de Cuba dinero para aliviar la situación de algunos otros movimientos”.

Benigno relata un marcado distanciamiento entre Fidel y Caamaño Deñó, a quien el gobernante siempre rehusó recibir. En ese contexto, el líder dominicano, que llegó a contar con 96 hombres bajo su mando, perdió autoridad y vio disminuir su tropa a 43 combatientes, de los cuales, al final, sólo pudo desembarcar con ocho. También plantea que los agentes del Frente América, que debieron realizar trabajos de espionaje sobre la situación en Santo Domingo, sólo aprovechaban sus viajes al exterior para, “regresar con maletas llenas de cosas”.

Las personas vinculadas a la gesta revolucionaria y los libros que abordan el tema apuntan que Caamaño Deñó tenía planificado un desembarco que se produjera a más tardar en 1970, en medio del fragor electoral. Entendía que ese año las condiciones sociopolíticas serían propicias para lograr el apoyo de la población, sobre todo de dirigentes y militantes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y de las organizaciones de izquierda que, aunque vivían procesos divisionistas, podían tener mayor nivel de articulación.

Benigno tuvo una estrecha relación con Caamaño Deñó y sus hombres. En algunas fotografías familiares del líder revolucionario, al ex agente cubano se le puede apreciar incluso en un entorno hogareño, acompañado de sus hijos y los de los guerrilleros dominicanos.

El sábado 4 de enero de 1969, Caamaño Deñó escribió en uno de sus cuadernos sobre una conversación con Benigno y otro agente cubano llamado Lagomasino. “Ya Benigno mejora de su operación. Sostenemos conversación sobre la guerra revolucionaria y experiencias. Como en otras ocasiones, resulta interesante conversar con este compañero, la fluidez de las ideas y los rasgos característicos del guerrillero nato están siempre presentes en él”, apuntó.

Hablaba con admiración del ex agente cubano que, en su libro publicado muchos años después, plantea: “Román iba conversando en algunas oportunidades conmigo y me decía: ‘Benigno, Fidel es un pendejo, es un mentiroso, Fidel me está engañando’”.

Relata que, mientras entrenaban en las montañas de Pinar del Río, uno de los hombres de Caamaño Deñó renegó de la revolución cubana y de Fidel, lo que le valió un juicio sumario, “y lo fusilaron como traidor”. A partir de ese momento –añade– el ex coronel dominicano aseguró que “se iba a ir a costa de lo que fuera, que, si tenía que robarse un barco, lo haría, que lo iba a hacer”. “También se proponía ir a donde Piñeyro y cogerlo por el cuello”.

La promesa de sugestionar a Piñeyro la cumplió, según testimonio de Claudio y Vicenta. En su libro, publicado primero en francés y luego en español, Benigno define a Barbarroja como “un cobardón” que, bajo amenaza, autorizó la salida de Caamaño Deñó sin comunicárselo a Fidel. Sostiene que, en esas circunstancias, junto al general Pascual Martínez Gil, los hermanos Tony y Patricio de la Guardia, Estebanel y Tenjido, “acompañamos hasta las proximidades de Santo Domingo al coronel Francisco Caamaño Deñó y sus hombres”.

“Los dejamos a ocho kilómetros de la costa, frente al punto señalado donde debían desembarcar, y de allí continuaron hacia la costa en otro barquito”, explica, en abierta referencia al yate Black Jak utilizado en el desembarco.

Para Claudio y Vicenta, el comandante Benigno, a quien a estas alturas consideran un traidor, se inventó la mayor parte de la historia que cuenta sobre Caamaño Deñó.

“Profunda amargura”. La muerte de Los Palmeros, ocurrida el 12 de enero de 1972 durante un enfrentamiento a tiros con tropas del gobierno de Balaguer, llevó a Caamaño Deñó a sentirse responsable de la trágica suerte del grupo encabezado por Amaury Germán Aristy. Por esa razón, pidió apoyo directo a Fidel Castro para agilizar el desembarco del grupo guerrillero que entrenaba en la isla bajo su mando.

Ya Los Palmeros y los guerrilleros que entrenaban en Cuba tenían dificultades de comunicación. Según Claudio, el ex coronel Caamaño Deñó se opuso en forma enfática a la decisión de Amaury de permitir que Virgilio Perdomo Pérez, el subjefe de su grupo y encargado de comunicaciones, fungiera como un doble agente y se infiltrara en los servicios de inteligencia del gobierno balaguerista. “Caamaño se opuso rotundamente. Le dijo que no, y que incluso lo quitara (a Perdomo Pérez) como subjefe del grupo”, dice.

La caída de los guerrilleros en una cueva ubicada en la cercanía de la autopista Las Américas dejó a Caamaño Deñó sin un importante grupo de apoyo para sus planes. A esto se suma la falta de respaldo del PRD y de las organizaciones políticas de izquierda. Claudio asegura que después que logró evadir la persecución de los soldados del gobierno de Balaguer durante la guerrilla de Caracoles, hizo contacto por vía telefónica con muchos dirigentes perredeístas, incluyendo a Jottin Cury, pero que todos le dieron la espalda.

Las cartas manuscritas o escritas a máquina que conserva Vélez Catrain dan señales inequívocas del desasosiego del guerrillero que confesó sentir una “profunda amargura” por el retraso de sus planes ante la inercia del gobierno cubano, así como por la deserción de algunos hombres y la actitud de las organizaciones políticas que debían respaldarlo en su objetivo.

Caamaño Deñó llegó a Cuba procedente de Europa en noviembre de 1967, invitado por el gobierno. Su objetivo era formar un “ejército revolucionario” que tendría en sus filas a los militares que lo acompañaron en los combates de 1965, que buscaban reponer al depuesto presidente Bosch, y contra las tropas invasoras de Estados Unidos.

En los primeros años su proyecto marchó “a pasos agigantados”, dice en una de sus cartas a Fidel. Pero entró en “una etapa preñada de irregularidades e inoperancia” de parte del organismo que encabezaba Barbarroja, añade. “Durante todo este período hasta ahora las fallas, las informalidades, irresponsabilidades e incumplimiento de cuestiones acordadas y que de manera injustificable se fueron sucediendo, me han hecho vivir momentos de profunda amargura. He vivido verdaderamente batallas de conciencia”, planteaba.

Decía que la “inoperancia y la confusión” provocaron, en más de una vez, la “desmoralización y dimisión” entre sus hombres. Se lamentaba ante Fidel del destino de Los Palmeros: Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), “los camaradas que cayeron con las armas en las manos en ejemplar actitud de relieve continental, sin que nosotros hubiésemos podido dar respuesta a sus interrogantes y su llamado acusatorio, mil veces justificado, acerca de nuestra inacción”.

Bosch rompió con Caamaño estando en España

A los problemas de comunicación de Francisco Alberto Caamaño Deñó con el gobierno de Cuba se suman otros inconvenientes. Había confrontado dificultades con los militares y políticos dominicanos. Su diario apunta a que los héroes constitucionalistas Manuel Ramón Montes Arache y Héctor Lachapelle Díaz sustrajeron en su provecho parte del dinero destinado a la expedición armada.

Respecto a estos militares, un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos, publicado por Hamlet Hermann, señala que pasaron información a la CIA. También que Bosch, entonces máximo líder del PRD, le dio la espalda.

Caamaño Deñó, además, tuvo problemas de comunicación con Amaury Germán Aristy, el brazo guerrillero urbano de su gesta libertadora. Llegó a convencerse de que a ese grupo lo habían infiltrado los organismos de inteligencia de República Dominicana que eran apoyados por Estados Unidos.

A esto se suman errores de carácter estratégico, como el envío de Manuel Matos Moquete a Santo Domingo en calidad de enlace entre Germán Aristy y sus hombres, con una identidad suplantada que era la de un hombre que estaba en la cárcel; también, la supuesta traición de Melvin Mañón Rossi y la falta de discreción de líderes del 14 de Junio o constitucionalistas, como Fidelio Despradel, Roberto Duvergé o Jottin Cury.

En una carta a Bosch, cuyo respaldo manuscrito aparece en uno de sus diarios, Camaño Deñó asegura que envió a Peña Gómez un monto de US$15,000 embutido en un maletín, con la encomienda de que organizara al PRD y escogiera entre sus filas a “sus mejores hombres de combate para con ellos preparar comandos urbanos”. “Ahí mismo le indicaba al compañero Peña Gómez que debía actuar con cierta discreción con respecto al compañero Jottin Cury, pues este había hablado con miembros del PCD, exponiéndole a todos estos las conversaciones sostenidas con usted y los compañeros Héctor Lachapelle y Montes Arache con respecto al lugar donde yo me encontraba”, añadía.

Más adelante, escribió que uno de sus hombres hizo contacto en Benidorm, España, con Bosch, quien le planteó al mensajero, en presencia de Peña Gómez, “que rompía todo compromiso conmigo y que el PRD y ‘su’ partido y ‘su’ gente lo mismo”; que “se le había faltado el respeto, puesto que se le había mandado un contacto que era casi un niño” [Eberto Lalane José]; y que “yo no había confiado en él puesto que el dinero de ayuda al PRD que yo le había enviado fue sustraído por los militares que trabajan conmigo, los ladrones y traidores, pudiendo habérselo entregado a él personalmente”.

Se refería a Montes Arache y Lachapelle Díaz. Vicenta Vélez Catrain afirma sobre los dos militares constitucionalistas: “Ellos se robaron el dinero”. “Era –añade–‒ un maletín donde había cartas de rutas de diferentes militares y civiles que debían ir a Cuba, entre ellos estoy yo. Era un grupo porque él (Caamaño Deñó) quería militares para entrenar a los civiles. Ellos se cogieron el dinero y entregaron esos documentos a la CIA. Lo peor de eso fue que ellos no le dijeron nada a la gente y esa gente se vio en Europa desamparada ‘como perico en la estaca’. La otra cosa que hicieron Montes Arache y Lachapelle fue desarticular el movimiento militar constitucionalista, les conseguían visas a los constitucionalistas para Canadá y en otras ciudades del extranjero”.

En El Fiero, Eberto Lalane José, Hermann reseña un documento desclasificado en el año 2000 por el Departamento de Estado. La información da cuenta de que en mayo de 1968, el coronel Ney Tejada y Camilo Padreda viajaron a Madrid, España, donde se reunieron con los militares constitucionalistas que fungían como agregados militares en París y Holanda.

Lachapelle Díaz y Montes Arache, “le informaron a Ney Tejeda y a Padreda sobre los planes de Caamaño y de Bosch para invadir Santo Domingo y encabezar una Revolución contra Balaguer. Esta información fue grabada y entregada a un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Madrid”, apunta el documento reseñado por Hermann.

Bajo vigilancia de EE.UU y RD

Desde que dejó el país, tras la guerra civil de 1965, Francisco Alberto Caamaño Deñó estuvo bajo la vigilancia de los organismos de seguridad de Estados Unidos y República Dominicana. Su llegada a Cuba se produjo en 1967, invitado por Fidel Castro, a quien acompañó en un amplio recorrido por la isla. Allí hizo contacto con Amaury Germán Aristy y los guerrilleros dominicanos que se entrenaban en la isla.

El entonces presidente Joaquín Balaguer canceló a Caamaño Deñó como coronel del Ejército, mediante decreto 2398, del 15 de mayo de 1968. El 20 de febrero de ese año el entonces secretario de las Fuerzas Armadas informó a Balaguer en un comunicado confidencial, que un informante notificó haber escuchado en un carro del transporte público de la capital, que Caamaño Deñó llegaría al país procedente de Cuba a partir del día 30 de ese mes, acompañado de 2,000 guerrilleros.

El 15 de agosto de 1969, la Cancillería notificó al presidente Joaquín Balaguer que en Mendoza y otras provincias de Argentina la Interpol había colocado carteles recomendando la captura del entonces ex coronel del Ejército.

Antes, el 17 de julio de 1969, el embajador dominicano en Uruguay, Manuel Antonio Jiménez Rodríguez, notificó que la Policía de esa nación suramericana tenía una ficha de persecución contra Caamaño Deñó emitida por la Interpol, aunque un corresponsal de Interpress le aseguraba, en forma confidencial, que la misma “había sido elaborada” por la CIA, la oficina de inteligencia de Estados Unidos.

El 13 de noviembre de 1970, el teniente coronel Narciso Elio Bautista, del G-2, el organismo de inteligencia del Ejército dominicano, informó a sus superiores –mediante un memorando– que los miembros del Movimiento Popular Dominicano (MPD) en Santiago “están planeando junto con sus simpatizantes izquierdistas fomentar la lucha armada en forma de guerrilla en las zonas montañosas del país, especialmente en aquellas donde sea más factible su abastecimiento logístico”.

El informe de inteligencia, que reposa en el Archivo General de la Nación, explicaba que los miembros del MPD esperaban el arribo de Caamaño Deñó y del dirigente de izquierda, Maximiliano Gómez (El Moreno), “de quienes se espera traerán fuertes sumas de dinero en dólares auténticos y falsificados para repartirles a los campesinos, con lo cual tratarán de ganarse su apoyo”.

Tomado de La Lupa sin Traba

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