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jueves, 7 de febrero de 2013

EL PERREDEÍSMO ES UNA EMOCIÓN

Por José Figuereo

La emoción es mala consejera a la hora de abordar problemas de tanta complejidad como los que dividen al PRD hoy día



“El perredeísmo es una emoción”, dijo una vez Juan Bosch, tratando de explicar el comportamiento impulsivo que mostraban tanto las bases como la dirigencia de ese partido a la hora de dirimir diferencias o de abrazar una causa social.

Hoy que el país es forzado a ser testigo reiterado de las luchas que se dan entre perredeístas, no podemos evitar evocar esta afirmación.

La emoción es mala consejera a la hora de abordar problemas de tanta complejidad como los que dividen al PRD hoy día. Este sentimiento ahoga la capacidad de razonar, impidiendo, incluso, que se pueda retomar el camino ya iniciado, en pos de dar continuidad a aquellas acciones planificadas con serenidad.

Los que seguimos con sano interés los acontecimientos que se vienen dando en ese partido respecto a su lucha interna, vimos con agrado el que una parte de sus dirigentes se aprestaran a organizar la celebración de su convención ordinaria. Este evento representa la única vía concreta para la solución del problema perredeísta, pues es el espacio donde las bases de ese partido podrían expresar concretamente sus preferencias respecto a quiénes deberán conducir su partido. Es un evento que no puede ser obviado o postergado para siempre y los que entienden que saldrían triunfadores del mismo, deben propugnar porque sea organizado y realizado.

El sector que sigue a Hipólito Mejía entiende que supera numéricamente al que sigue a Miguel Vargas, en las preferencias de las bases del PRD. En consecuencia, es ese sector el que debe dar un paso atrás, sacrificar lo que tenga que sacrificar a fin de lograr un acuerdo que produzca la celebración de la convención, aun sean las cabezas de Hipólito Mejía y Orlando Jorge Mera lo que deban sacrificar. Después de todo, del primero se puede decir que ha dado a ese partido todo lo que se puede esperar de él, y del segundo, que es bastante joven como para continuar con su carrera política más adelante.

¡Ah! Pero ocurre que el ego y la bravura se impuso a la serenidad y la razón una vez más, y con ello se perdió la capacidad de negociar una salida que pueda dar al traste con la celebración de una convención en la que el sector de Miguel Vargas pueda ser sometido al control de los que dicen tener la mayoría dentro de su partido.

El PRD es una pieza de gran importancia en el sistema político dominicano. Es imposible, en lo inmediato, lograr un cambio en la relación de fuerzas que gobiernan el país, sin contar con ese partido.

Es una lástima que ni las bases ni la actual dirigencia de ese partido estén en condiciones de comprender a cabalidad la delicada coyuntura histórica en que se encuentra la nación dominicana.

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