POLICÍA Y DELINCUENCIA
Por Fernando Rodríguez Céspedes
Las dramáticas expresiones del vicepresidente ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), Servio Tulio Castaño Guzmán, y posterior respaldo del doctor Guillermo Moreno, en el sentido de que la Policía Nacional colapsó y que es necesaria su intervención por el Presidente de la República, reflejan el sentir generalizado de la población.
Las opiniones del prestigioso profesional y del político opositor, fueron expresadas al referirse al escándalo que ha suscitado a nivel nacional e internacional el asalto cometido por una banda de policías comandada por altos oficiales de la institución contra un grupo de alemanes radicados en Sosúa, Puerto Plata.
Situaciones como esas se dan y se seguirán dando, por el alto grado de corrupción generalizada que prevalece en una policía que lejos de garantizar el orden, la paz y la propiedad privada, ha devenido en una banda delincuencial, salvo las honrosas excepciones que siempre han existido.
Lo peor de la situación es que, aunque en menor grado, los demás cuerpos armados como la Guardia y la Marina también albergan grupos de delincuentes en sus senos y se recuerda, a propósito, el espectacular asalto a la planta de leche Parmalat cometido bajo la dirección del Mayor de la Aviación, José Luis Vargas.
Producto de esa situación, son muchos los robos y atracos, realizados con destreza militar por comandos uniformados (caso Vimenca en la Lincoln) que se quedan en la impunidad porque sus autores se protegen unos con otros, ocultando pruebas, obstaculizando investigaciones y, en ocasiones, presentando "chivos expiatorios".
Creo, al igual que la FINJUS, que el presidente Danilo Medina, usando todos los resortes que da el poder, debe prestar atención especial a una institución cuyos miembros en vez de inspirar confianza y seguridad, provocan temor en la ciudadanía por el largo rosario de crímenes, atracos y robos, cometidos por muchos de sus oficiales y alistado quienes, a veces, son identificados, detenidos y sometidos a la justicia.
Independientemente de las medidas que se tomen, se hace impostergable un aumento de salarios a favor de estos servidores públicos que ganan verdaderos "salarios de miseria" para usar la expresión del presidente Medina al referirse a los sueldos que pagan los empresarios a sus empleados.
Esto no constituye una garantía, per se, de que los que delinquen dejarán de hacerlo, pero sí puede contribuir a que los que no se han corrompido puedan paliar algunas de sus necesidades más perentorias alejándose de la tentación de cometer actos reñidos con la ley para agenciarse los recursos indispensables para vivir con un mínimo de decencia.
Porque, que un raso de la policía, de la Marina, la Guardia o de la Fuerza Aérea devengue 4,600 (cuatro mil seiscientos) pesos mensuales de salario es un crimen, una irresponsabilidad del Gobierno, y representa un estímulo para que se lancen a las calles a "buscársela". No nos engañemos, esa es la realidad. Esto no es una justificación, pero sí una lógica explicación.
Proyecto Duartiano comprometido en la lucha por una verdadera independencia del pueblo dominicano
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