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martes, 23 de julio de 2013

HACIA UNA NUEVA MAYORÍA

Hacia el cambio político

¿HACIA LA CONSOLIDACIÓN DE UN PROYECTO CONTINUISTA DE NEO-AUTORITARISMO?

Es innegable que Danilo Medina y su equipo de gobierno han pasado de una situación de legitimidad de origen fraudulenta, ficticia y altamente cuestionada a una situación en la que la legitimidad de ejercicio del poder les ha permitido un compás de espera, una relativa afirmación y estabilización, que se expresa en márgenes altos de aprobación a su administración en encuestas de opinión y estudios de la cultura política realizados recientemente.

Esta se produce por la capacidad de su proyecto de despertar algunas expectativas, a pesar de que en los hechos esta administración no ha avanzado en la modificación de la forma de Estado y la estructura de dominación de la dirección corporativa del PLD, caracterizada por el ejercicio neo autoritario del poder y la depredación de los recursos públicos en un esquema que se explica en lo adelante.

Pero, las altas cotas de popularidad que ha alcanzado en esas mediciones recientes la administración de Danilo Medina no son únicamente resultado de cambios cosméticos y de estilo de un presidente que se muestra más cercano a la gente y encabezando una administración más dialogante, alejada del talante imperial que caracterizó al pasado presidente Leonel Fernández. En la gobernabilidad peledeísta actual convergen tanto factores coyunturales de la gestión del Estado y de incremento de la capacidad de interacción, diálogo y cooptación, como también factores estructurales del esquema dominante de poder ejercido por el PLD.

En los hechos, el PLD sigue ejerciendo el poder desde una vocación de acaparar –sin contrapeso—toda la institucionalidad pública y con la misma lógica de usurpación de las funciones políticas y las instituciones públicas son utilizadas no para gestionar las necesidades e intereses colectivos, ni para administrar los conflictos y producir condiciones de convivencia social, sino para generar beneficios económicos y políticos para una fracción de su militancia, lo que junto a una efectiva administración de los lazos clientelares y de la explotación de la pobreza a través de los vasos comunicantes de la gestión del empleo público, los subsidios sociales y los favores, les han permitido consolidar la dominación y control sobre todas las instancias del Estado, actividades económicas fundamentales, la opinión pública, los medios de comunicación y gran parte de la sociedad civil.

Sin, embargo, conviene advertir, desde este punto, que las mismas fórmulas que le permitirían al grupo de Medina el intento de construir la modalidad de ejercicio del neo autoritarismo de su facción o proyecto político, encierran las tensiones y conflictos que pueden ser la fuente de su propia debilidad y proveer claves para conformar coaliciones y alianzas que permitan forjar una amplia oposición democrática que obligue a desbloquear el sistema político y democratizar la sociedad y el Estado. El reconocimiento de esos factores es imprescindible para la articulación de tales coaliciones y la consolidación de un frente opositor.

LOS FACTORES DE LA DOMINACIÓN VERTICAL DEL PLD: FORMA NEO-AUTORITARIA DE GENERACIÓN DE CONSENSO.

El cambio comunicacional, de estilo y formas personales en el ejercicio del poder por parte de la facción de Danilo Medina en el PLD y algunos de sus colaboradores externos, no es ni lo fundamental ni lo más importante en la situación de estabilidad y afirmación de su gestión gubernamental. Como tampoco son los declarados propósitos e intentos de desconcentración de algunas partidas del gasto público y de ejecución de micro proyectos de inversión desde el Estado, los que todavía no han pasado la prueba de una ejecución eficaz.

Por el contrario, la dominación del PLD, incluida su versión actual en la administración de Danilo Medina, se fundamenta en la forma de Estado puesta en marcha por Leonel Fernández y su partido a partir de 1996 y continuada después de un paréntesis en 2004 y cuya máxima expresión fue la estafa del ideario democrático producida con la captura de todos los resortes del poder del Estado configurado en la Constitución de 2010.

Esta forma de dominación se caracteriza por dispositivos que generan la anulación o frustración de cualquier apelación o demanda de cambio y por la aniquilación de la efectividad del debate y la deliberación públicos al cerrar tanto las vías institucionales como las informales de generación democrática de consenso que son esenciales a una democracia fundamentada en derechos y en el buen gobierno. Desde esta lógica, los actores sociales y económicos, frustradas sus interpelaciones de cambio y agotadas sus capacidades de resistencia, terminan por doblegarse o someterse a una razón transaccional que les permita por lo menos sobrevivir.

La generación de consenso y legitimación por parte del PLD sigue siendo neo-autoritaria, vertical y excluyente, aunque una parte de sus dispositivos, sobre todo en la nueva modalidad, es el intento de disfrazarla en coartadas formales y ritualizadas, algunas de las cuales respetan una aparente institucionalidad democrática o tienden a parecer que fomentan la cultura del diálogo.

El ejercicio real del poder es el de la doblegación de las diferencias y el sometimiento de toda acción relevante a los dictados arbitrarios nacidos de la pretensión de continuidad de una casta enquistada en el poder del Estado que reduce la disensión mediante el uso de cuatro dispositivos: a) La administración del gasto público como factor de sometimiento de sectores empresariales y profesionales de todos los estamentos económicos y sociales; b) el uso del poder público de arbitraje, regulación y de tramitación como una prerrogativa que le otorga a la dirección corporativa del PLD la capacidad de chantaje y extorsión, atando cualquier proyecto económico a su interés de prolongación el ejercicio del poder político; c) la práctica corporativa ilegal instalada en la gestión pública con su secuela de corrupción y perversión de la vida pública; y d) la explotación de los demás dispositivos del poder desde una lógica de cooptación o administración de privilegios que permite otorgar reconocimiento y beneficio en una relación vertical, decidida desde la cúpula del poder y administrada tanto mediante prácticas formales como informales.

El poder de la administración del gasto público como factor de dominio económico.

El PLD controla las cámaras legislativas, el poder judicial, la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral, casi el 70% de los ayuntamientos y toda la administración pública central. Esto le permite, además del poder absoluto de arbitraje y resolución de conflictos según sus intereses, manejar decenas de miles de millones de pesos en obras, bienes y servicios, en publicidad y adquisición de insumos, contratos tanto multimillonarios como medianos y pequeños, que gestionados a discreción, con arbitrariedad y sin transparencia, le permiten ser un factor económico real, contundente, del que no puede fácilmente enajenarse casi ninguno de los actores económicos, desde los grandes a los medianos y pequeños proveedores de bienes o de servicios profesionales que sobreviven mediante alguna conexión económica con el Estado.

El control discrecional de la vasta actividad económica del Estado y su utilización para doblegar, excluir o cooptar voluntades y adhesiones constituye una práctica fundamental de la forma de dominación impuesta primero por Leonel Fernández y continuada por Danilo Medina, quien fuera cómplice y co-artífice de esta estrategia de dominación.

Perversión del poder público regulador del Estado al servicio del dominio político.

Adicionalmente, el control discrecional y arbitrario, con fines políticos particulares, de la función reguladora del Estado es otra forma de ejercicio de la dominación. Ningún actor económico que quiera operar en la sociedad dominicana puede sustraerse al uso de la facultad reguladora del Estado como herramienta de poder por parte de la dirección corporativa del partido de gobierno, que otorga permisos, admite a trámites y concede o no su anuencia en función de la estrategia de dominación económica y política de la fracción de la clase política que agrupa a la mayor parte de la dirección alta y media del PLD.

Una concepción corporativa de la política y el poder.

El uso de estos poderes económicos estatales de derecho, de hecho o de facto por parte de la dirección del partido de gobierno para reproducir y expandir su control del Estado y de la política tiene una manifestación potencialmente conflictiva con los sectores empresariales y medios. Se trata de la cultura corporativa de apropiación de lo público mediante la dedicación de los dirigentes y miembros del PLD a la incursión en actividades empresariales –suplantando o sustituyendo a empresas y grupos económicos tradicionales. Esta práctica junto con la reducción de oposiciones y voluntades, y la generación de adhesiones obligatorias, violentando las necesarias neutralidad y autonomía relativas de la gestión de lo público que son imprescindibles para el funcionamiento de un verdadero estado de derecho, si bien es un factor temporal de afirmación del poder del PLD encierra grandes potenciales de conflicto que deberán ser tomados en cuenta al momento de configurar una estrategia de cambio político. Y es que el PLD ha instaurado una situación de hecho en la que para llevar adelante cualquier proyecto económico no existen reglas que no sean las de someterse a la arbitrariedad y la extorsión por parte de la casta dirigente del partido de gobierno y siempre se está en riesgo de que alguno de sus dirigentes o allegados se convierta en competidor privilegiado por el poder, desplazando la lógica económica por la lógica del interés y la decisión discrecional.

Cooptación y administración de privilegios y del ascenso social y económico.

Junto a esas modalidades de verticalización de la política por la vía del chantaje económico, el PLD ha desarrollado la práctica abrumadora, ostentosa y desaforada de la corrupción política y administrativa así como la sistematización y expansión sin límites del clientelismo. Estos procedimientos han sido acompañados con el desarrollo e imposición de un paradigma del éxito como ostentación de la riqueza, como signo distintivo de la imagen de los responsables de la gestión pública.

El grupo corporativo del PLD administra la concesión de reconocimiento, de éxito social, de ascenso económico de una parte de las clases medias y de élites funcionales de los sectores populares mediante el recurso de la concesión de acceso a los beneficios de estar conectado con la cúpula del poder político. Se recurre también a medios menos prestigiados como el del clientelismo desembozado y el enriquecimiento ilícito tanto derivado de la corrupción administrativa como del que deviene de la incursión en el lavado de activos procedentes de formas de criminalidad local e internacional. Es por eso que el consumo conspicuo y la ostentación constituyen aspectos muy relevantes del esquema o paradigma instalado por el PLD en su relación de dominación sobre la sociedad, que le sirven para cooptar o elegir desde arriba por voluntad de Leonel Fernández y su entorno quienes ascienden entre los profesionales, intelectuales y actores clave de las clases medias y medias bajas que se adhieren a esta visión del “progreso” con todo su contenido de perversión de la política, la economía y las relaciones sociales fundamentales.

LOS LÍMITES DE LA GESTIÓN POLÍTICA Y LA PRODUCCIÓN DE CONSENSO EN EL GOBIERNO DE DANILO MEDINA.

La modalidad que proponen o intentan ensayar el grupo de Danilo Medina, expresada sobre todo por algunos actores procedentes de la sociedad civil que forman parte ese proyecto, coexiste como tensión minoritaria con la tendencia dominante de ejercicio absoluto del poder característica de la dirección corporativa del peledeísmo, y todavía no es más que una propuesta o declaración de intenciones, cuyo despliegue y eficacia aún están en entredicho porque los factores fundamentales del ejercicio vertical siguen siendo prevalecientes y no parece que vayan a ser suplantados en el corto plazo.

El cambio hacia matices de menor concentración en el uso del gasto público por parte de Danilo Medina y su administración podría ser parte de un esfuerzo por desbloquear las relaciones de poder impuestas por el modelo de dominación leonelista y producir una situación de mayor equilibrio en la distribución del poder entre facciones internas de un mismo partido; también podría ser no más que una respuesta de acomodación a la necesidad, por parte de su facción de la dirección peledeísta, de generar bases de poder para su permanencia como proyecto político, lo cual es lógico.

Paradójicamente es la intuición de esa tensión entre ambas modalidades del proyecto de dominación, lo que ha despertado expectativa, porque de la misma surge el cambio de estilos en las formas de gobernar. Y explica, al mismo tiempo porqué la variación en la estrategia de relacionamiento y comunicación del gobierno de Danilo Medina ha sido acogida con cierta esperanza por algunos estamentos sociales y generadores de opinión.

El grupo de Danilo medina se encuentra en una confrontación “de baja intensidad” con la facción hasta ahora mayoritaria de la dirección del PLD que encabeza Leonel Fernández. Por eso, para su proyecto de continuidad al frente de la dirección del Estado, generar la percepción de que existe una diferencia.

La legitimación mediante la desmovilización y la cooptación fijan límites a la gobernabilidad.

En su estrategia de confrontación interna por la candidatura presidencial del PLD, Danilo Medina estableció alianza con sectores externos a su partido, liderazgos técnicos e intelectuales de la sociedad civil, que forman parte importante de su proyecto de gobierno. Esta composición explica en alguna medida la búsqueda de nuevos acomodos del poder y la eficacia distinta del gobierno de Medina en sus interacciones con la sociedad civil. El riesgo mayor de esta configuración es que genera expectativas y predisposición positiva en algunos actores de la sociedad civil y de los movimientos sociales y ciudadanos, lo que sumado a la habilidad y experiencia de los danilistas procedentes de la sociedad civil con experiencia en los movimientos sociales ha influido en las capacidades de gestión de diálogo y de cooptación política que ha mostrado la facción danilista.

Sin embargo, esta capacidad de desmovilizar, diluir o posponer la protesta mediante la adopción de algunas demandas constituye o sustenta la debilidad futura: el precio de la gobernabilidad que puede y será muy influida por la capacidad opositora de vertebrar una agenda pública y un proceso de movilización social que desafíe la “España boba” con la que el danilismo confía en llevar adelante su proyecto.

Dado que en lo que respecta a mantener los privilegios, la impunidad y las relaciones de poder de la facción de Leonel en la dirección corporativa del PLD, la administración de Medina no ha hecho ningún gesto consecuente de cambio, parecería ser que el pulso entre ambas tendencias, la tensión, se resolverá, como ha ocurrido en el pasado reciente, mediante un pacto entre las mismas que no altere sustancialmente el esquema de dominación. De ser cierta esta hipótesis, la eficacia del grupo de Medina en la proyección de sus matices de diferencias con respecto a Leonel Fernández y su grupo, habrán servido simplemente como coartada y ganancia de tiempo, desmovilizando la apelación a cambios democráticos sustanciales.

Desde esta perspectiva, es preciso no engañarse respecto de las intenciones y posibilidades a que alude la estrategia de relacionamiento y la eficacia comunicacional del proyecto de Medina, situándose en una perspectiva de estructuración de un proyecto o relato alternativo que articulado a una presión social creciente, al fortalecimiento y desarrollo de la movilización ciudadana exija pasar del gesto a la acción y de la acción al proceso de continuidad y profundización de la democracia, para superar el actual bloqueo en que se encuentran la política y la sociedad.

La débil oposición es un factor fundamental de la actual estrategia de gobernabilidad.

Si el gobierno de Danilo Medina estuviese enfrentado a una oposición medianamente articulada alrededor de una agenda de demandas y exigencias de democratización e institucionalidad, si existiese, paralelamente un movimiento ciudadano activo en la exigencia de que se profundice el ejercicio de derechos y la institucionalidad democrática, incluyendo la demanda de que sean corregidas y sancionadas las conductas delictivas de la facción leonelista, las condiciones de su gobernabilidad estarían signadas por la indispensable concertación de una forma de gobernar que tendiera a cambiar la actual forma de Estado neo autoritario y profundamente corrupto, o se vería en una situación de presión insostenible a corto y mediano plazo.

No obstante, la actual debilidad y dispersión, la atomización y fragmentación del conjunto de oposiciones, tensiones, conflictos y resistencias que se derivan de la forma de Estado corporativo que ha sido prevaleciente en el esquema de poder de Leonel Fernández y la casta dirigente del PLD, y la carencia de efectividad en la conformación de una propuesta o relato alternativo que genere expectativas de inclusión, desarrollo equitativo y garantías democráticas, facilita que este partido en sus distintas facciones y modalidades de gestión de una misma forma de Estado neo autoritario, clientelista y predominantemente corrupto, sea eficaz y se sostenga en el poder.

A los factores objetivos de la dominación puestos en uso por el PLD se suman la fragmentación y atomización junto con la ineficacia e ineficiencia en la capacidad de construcción y gestión de la oposición por parte de quienes les adversamos.

El predominio del esquema neo autoritario, la profusión de medios y estrategias de comunicación política y la efectividad de las alternativas de gestión de conflictos que hasta ahora ha exhibido el PLD bloquea y dispersa constantemente la resistencia y la oposición.

Por eso ha sido parte de la estrategia de la facción leonelista del PLD, ahondar y manejar la crisis interna del PRD.

Estancamiento del conflicto en el PRD y la dificultad para la construcción de opciones alternativas.

Esta es la razón por la que desde los ámbitos fundamentales para la legalidad e institucionalidad de la vida interna y la configuración de mayorías y legitimidades al interior de los partidos políticos o sea la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral, hemos visto cómo se interponen obstáculos a cualquier corriente que pueda dirigir esos partidos hacia una actuación opositora. Por eso se favorece una y otra vez a grupos y facciones que mantengan a los diversos partidos descabezados, bloqueados o leales al proyecto de poder de Leonel Fernández.

Este ha sido el contexto que ha permitido, por ejemplo, en el caso del PRD, que una minoría colaboracionista con el esquema de poder de Leonel Fernández conserve el control de la “franquicia” electoral del PRD y de los recursos que entrega la JCE como financiamiento estatal de ese partido. La facción minoritaria y colaboracionista que encabeza Miguel Vargas Maldonado en el PRD ha logrado conservar el control de ese partido aun cuando sólo tiene el apoyo de alrededor de un 10% de su membresía. Esto se ha debido, sobre todo, a la connivencia de los órganos de administración y regulación de la vida institucional de los partidos políticos, el Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral. Las acciones ilegales y desconocedoras de la institucionalidad son visadas y validadas constantemente tanto por la JCE como por el TSE, órganos ambos bajo control del grupo corporativo del PLD.

Sin embargo no debe excluirse del análisis el hecho de que en la facción mayoritaria del PRD no ha habido la capacidad estratégica de generar un proceso alternativo de acumulación de fuerza política que permitiera una confrontación exitosa con el grupo colaboracionista de MVM. Los grupos que se articulan alrededor de la figura de Hipólito Mejía, también dan muestras de sus limitaciones al carecer de una propuesta y una actuación política alternativa y evidenciar que el personalismo y la desinstitucionalización son también aspectos muy significativos de su cultura política.

Por otra parte, el predominio del clientelismo sistemático en la relación del partido de gobierno con las grandes masas electorales, la imposición de un modelo de ejercicio de la política en el que predomina el dinero, la compra de adhesiones y una logística electoral de altísimo costo desplegada en paralelo al uso abusivo de los recursos públicos y las estructuras del Estado, bloquea la formación de nuevas alternativas políticas a partir de expresiones o grupos minoritarios.

En la construcción de la percepción de lo político en la sociedad dominicana, no basta con que una propuesta sea percibida como correcta o pertinente, no basta la autoridad intelectual o moral de sus postulantes, sino que es fundamental en la percepción popular la noción de viabilidad, la creencia en la posibilidad de que esa propuesta se convierta en opción de poder.

Por eso es una ingenuidad o un error la pretensión de que en un proceso electoral, desde una opción minoritaria en términos de preferencias electorales, se pueda articular suficiente fuerza como para hacer mella en el esquema de poder corporativo de la dirección del PLD. Cualquier esfuerzo de combatir el modelo neo autoritario de usurpación de la política y del Estado por parte de la corporación política peledeísta requiere una magnitud de esfuerzo, una contundencia y una extensión que hace imperativo construir una nueva mayoría capaz de remontarse frente a la acción del Estado, porque es contra el Estado usurpado que habrá que contender en un escenario electoral.

HACIA EL CAMBIO POLÍTICO: GESTACIÓN DE UNA PROPUESTA, UN RELATO Y UNA NUEVA MAYORÍA.

La coyuntura actual y su posible evolución desembocará inexorablemente en la cuestión electoral y en las elecciones presidenciales, congresuales y municipales de 2016. Es indispensable tener noción de esta inexorabilidad para dimensionar los tiempos y las tareas por hacer si queremos producir un cambio político que abra las puertas a una transformación integral de la sociedad dominicana.

En este contexto hay un conjunto de factores positivos que deben servir para estimular la creatividad y la esperanza de que es posible desmontar el actual modelo de dominación política y económica sustentado por la corporación PLD.

Movilización ciudadana y derrota de Leonel Fernández en la opinión pública.

Lo más relevante de los acontecimientos ocurridos desde el 16 de agosto del año pasado fue el proceso de denuncias y exigencias centradas sobre la figura del expresidente Leonel Fernández a partir de la manifestación del enorme déficit fiscal producido en las finanzas públicas en el año 2012. El déficit fiscal sirvió para poner en evidencia la falsedad de la propaganda de Leonel Fernández alrededor del progreso y el éxito de su gestión. De repente amplios estamentos de personas de los sectores medios y populares percibieron que habían sido estafados y en manifestaciones de indignación salieron a la calle demandando sanción para la corrupción y la impunidad.

El resultado es que emergió y creció una tasa de rechazo significativa hacia la figura de Fernández, que a pesar de los grandes esfuerzos mediáticos realizados no ha podido remontar el rechazo y alcanzar las cotas de aprobación con que contaba al momento de abandonar el ejercicio de la presidencia.

El ímpetu de la movilización ciudadana de finales del año pasado ha disminuido sensiblemente, pero núcleos activos se han mantenido en actitud de protesta y movilización alrededor de importantes consignas, como las de la defensa de los recursos naturales y el ambiente, las que reclaman el castigo a la corrupción y más recientemente las del movimiento que reclamó el 4% para la educación, cuya presencia en los medios y la calle se ha reactivado frente al incumplimiento o inca capacidad de ejecución evidenciado por el gobierno.

En las redes sociales, una masiva corriente de demanda ciudadana se mantiene activa y en constante confrontación con los voceros gubernamentales y los emisores pagados o conniventes con el grupo de ex presidente Fernández, en una interacción constante y en puntuales acciones de demanda en la calle muchas veces revestidas de alto contenido simbólico, como el apoyo a los juicios populares que impulsados por grupos juveniles se han realizado contra Leonel Fernández y sus asociados por hechos de corrupción.

Valoraciones positivas en torno a fuerzas minoritarias de oposición.

Por otra parte, varias organizaciones minoritarias del espectro político opositor han mantenido una acción constante y de significación en la construcción de una propuesta alternativa.

Se destacan los esfuerzos de la agrupación Alianza País, encabezada por Guillermo Moreno, en procura del adecentamiento de la vida pública, con su lucha tenaz contra el reinado de la corrupción y la impunidad, en especial la instrumentación de la querella contra Leonel Fernández y FUNGLODE, que ha puesto al descubierto la parcialidad de la justicia a favor de la corporación PLD. La querella de Guillermo Moreno se ha convertido en la marca de la derrota moral de Leonel Fernández, a pesar de que el manto de la impunidad sostenido por la administración de Danilo Medina, le protege de las consecuencias que ameritaría la estela criminal que encabeza.

Asimismo, son significativos en esta nueva coyuntura política los aportes de Alianza por la Democracia (APD), con el impulso de una agenda centrada en las principales demandas sociales olvidadas por el gobierno, con la defensa del medio ambiente y la oposición a la inversión pública en plantas de generación de electricidad a carbón que son contaminantes, y principalmente con la insistencia en la necesidad de sustituir el agotado modelo de crecimiento económico con injustita social por otro que sea incluyente y con justicia social. Un factor relevante en el posicionamiento de APD ha sido la conducta de la diputada de esa formación, que ha mantenido una actitud de cercanía y receptividad frente a las demandas de la sociedad civil y la necesidad de impulsar una agenda de cambio político.

De igual manera, la organización Frente Amplio ha mantenido una línea permanente de movilización social y popular contra la depredación y enajenación de nuestro patrimonio natural, por un aumento general de salarios, la defensa de la democracia y de los derechos humanos, resaltando sus nexos con importantes segmentos sociales organizados en una buena parte de la geografía nacional y cierta incidencia muy importante en gremios profesionales y el sector laboral organizado.

Entendemos que estos actores políticos, así como decenas de organizaciones sociales, algunas ONG, las organizaciones sectoriales y locales son parte fundamental del proceso de articulación de esa gran mayoría que se necesita en el país para desplazar la corporación PLD como condición para superar el estado de corrupción e impunidad, el colapso de las instituciones y el hundimiento de la democracia.

Esa gran mayoría, compuesta por un abanico de actores políticos y sociales diversos, debe tener como horizonte inmediato y concreto derrotar en las calles y en las urnas las pretensiones que tienen Leonel Fernández y el PLD de perpetuarse en el poder, dando paso a un gobierno de transición democrática que desmonte la institucionalidad leonelista (altas cortes, órganos de control y fiscalización, árbitros electorales) lo que amerita una profunda reforma política.

Las tareas por realizar hacia el cambio político.

En este contexto, la creación de una nueva mayoría política, portadora de un proyecto de democratización, institucionalidad, ejercicio pleno de derechos y equidad económica y social es un paso indispensable para avanzar hacia el cambio político, que es una fase imprescindible para desbloquear la sociedad dominicana: desbloquear lo político tanto desde la presión de la calle y la movilización, como desde la producción de consenso alternativo y más adelante desde la conquista del poder del Estado en el próximo proceso electoral es una tarea para la que no hay tiempo que perder si se quiere avanzar realmente hacia la situación de equidad política, social y económica que necesitamos.

En el proceso de construir una nueva mayoría portadora de un nuevo proyecto político y social hay varias tareas concurrentes:

En primer lugar se requiere de construir la propuesta y su relato. Un conjunto de formulaciones programáticas que indiquen la dirección de los cambios a producir. Pero sobre todo y más que una formulación programática se requiere la construcción de un conjunto de mensajes, de una estrategia comunicacional y un despliegue en los rituales de la política y la opinión pública de un cuerpo de significados que en su forma de exposición y despliegue mediático sean capaces de generar entusiasmo, convicción, compromiso y sentido de futuro inmediato.

Al mismo tiempo que se trabaja en la producción y colocación de estos mensajes y el relato correspondiente se requiere trabajar en la articulación de fuerzas políticas, organizaciones sociales, núcleos de activistas y ciudadanos y ciudadanas independientes que desde escenarios de encuentro y diálogo, desde las organizaciones y grupos, desde la calle y las redes sociales y espacios virtuales expresan su resistencia y oposición al modelo de dominación vigente. Con todos estos actores es preciso construir una agenda pública, un conjunto de demandas y unas capacidades de movilización y empoderamiento: vertebrar un movimiento ciudadano político y social de convergencia entre actores sociales, políticos e independientes que incrementen la presión y obliguen a negociar constantemente la gobernabilidad para imponer salidas al bloque existente en la actualidad.

Mientras tanto, un arduo trabajo de construcción de una logística política y electoral es imprescindible: para concurrir al próximo certamen electoral con posibilidades de derrotar el continuismo del PLD, hay que llegar al 2016 con una movilización social en alza, pero sobre todo con una presencia y capacidad de actuación electoral en miles de locaciones alrededor de los colegios electorales, o la capacidad de la maquinaria electoral peledeísta, el abuso de los recursos públicos y la efectividad de las acciones fraudulentas escamotearían una victoria opositora. De ahí que además de contar con coaliciones y mayoría hará falta mucha gestión y organización de esfuerzos.

Tenemos que construir “otra política”, no la negación que representa la antipolítica, sino una política que entienda que la creación de una nueva mayoría es imprescindible, pero que ésta pasa por la incorporación y reconocimiento de las minorías, por la articulación de la diversidad, por una apuesta que renueve la visión y el papel dado a las instancias locales o municipales de poder y de gestión pública, al Congreso como espacio de representación y creación de legalidad y legitimidad y por una visión de institucionalización real, democratización y eficiencia de la gestión del Estado.

COALICIONES Y ALIANZAS PARA CREAR UNA NUEVA MAYORÍA DE OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA

La frustración e impotencia que predominan en amplias franjas de los sectores populares, las clases medias, empresariado y movimientos sociales y ciudadanos debemos transformarlas en vocación de alianza y visión de futuro a corto y mediano plazos.

Es necesario organizar, tejer las redes y establecer múltiples esfuerzos de convergencia en actuación sinérgica para producir el cambio político. Eso sólo será posible si abrazamos como tareas las que tienen que ver con la articulación de todas las expresiones de disenso en un torrente común de acciones que vayan generando la capacidad de actuar con coherencia hacia el cambio político. Esta es la prioridad: encontrar en el contexto del respeto a las diferencias y la diversidad, los elementos comunes estratégicos que pueden aportar a la generación de esta convergencia. Desde esa identificación de elementos estratégicos comunes podremos avanzar en compromisos y protocolos sucesivos que vayan generando confianza y garantía de que se irá cumpliendo lo pactado.

En razón de lo anterior Ciudadelan@s por la Democracia ha decidido acometer y proponerles a ustedes la primera tarea, la de convidar a otras expresiones tanto políticas como de la sociedad civil a que trabajemos por construir las alianzas y coaliciones necesarias para generar esa corriente de cambio político, una nueva mayoría y un proyecto de sociedad que nos dé sentido de futuro y referencia.

Les proponemos que establezcamos conjuntamente los temas principales sobre los cuales tenemos que encontrar las bases de esa convergencia: el programa básico de transformaciones, el discurso y relato, la estrategia de articulación, las formas de gestión de las alianzas y coaliciones, entre otros no menos importantes.

Generemos experiencias compartidas de actuación y de ellas se alimentarán tanto nuestras capacidades de hacer como las de reflexionar y producir el discurso necesario.

Vamos a organizar el acercamiento y el diálogo con todas las fuerzas opositoras y las expresiones de la ciudadanía, articulando espacios de discusión y encuentro de forma sistemática.

Vamos también a apoyar y estimular a la fracción mayoritaria y no colaboracionista del PRD a producir opciones de salida del bloqueo en que se encuentra ese partido mediante una estrategia planificada y gestionada tomando en cuenta que el poder político actual necesita que ese partido esté ausente de la vida pública. Pero esas mayorías perredeístas deben estar muy conscientes de que si quieren ser parte de un proyecto alternativo con verdaderas posibilidades de cambio, de acceder al poder, deberán comprometerse fehacientemente no sólo con el discurso sino con una serie de prácticas de cambio.

Nos proponemos trabajar en el espíritu de constituir una gran alianza o coalición democrática opositora, con tiempo y un cronograma para crear una referencia electoral independientemente con verdaderas posibilidades de éxito.

Les proponemos que establezcamos los mínimos de coincidencia para habilitar un proceso constructivo de búsqueda de mayores puntos de articulación y unidad de acción. Que produzcamos una reflexión pública y sistemática sobre la coyuntura y la reconstrucción del imaginario democrático y la propuesta de cambio.

Sobre todo les proponemos que el diálogo y la búsqueda de convergencias para la acción se conviertan en una tarea amplia y compartida, para que hagamos posible la hora del cambio político.

Equipo Coordinador:

Pedro Catrain, Cesar Pérez, Olaya Dotel, Luis Gómez Pérez, Radhames García González, Alexander Mundaray, Juan Luis Pimentel.

Ciudadanos y Ciudadanas por la Democracia

Julio 2013

Nota: Este trabajo estará en construcción permanente. Cualquier contribución o sugerencias, pueden hacerlo en: https://www.facebook.com/CiudadanosRD

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