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martes, 22 de octubre de 2013

CONVERGENCIA POR UN MEJOR PAÍS (Panel)

RED DE ALIANZAS O ALIANZA DE REDES
Por Alfonso Torres

Para avanzar hacia la articulación de una oposición política propositiva lo cardinal es percatarnos del mundo en el cual vivimos, del tipo de régimen político regresivo que se ha configurado con el devenir histórico de nuestra sociedad, del mapa y las características de los actores políticos y sociales y del perfil de liderazgo al que la gente está dispuesta a seguir.

Vivimos en la sociedad del conocimiento y la información que funciona mediante redes que se intercomunican, se expanden a otras redes, se programan y accionan por diversos motivos (Castells, 2013), donde el poder es la matriz de las reglas del juego político, pero concebido como poder relacional, diverso, complejo, reticular, desafiado constantemente por aquellos actores cuyos intereses, valores y formas de vida no están representados. De ahí la lucha permanente entre el poder institucionalizado, los medios de comunicación y el poder informal de la calle desde donde emerge la configuración de las reglas del juego político que se cristalizan en nuestros cuerpos y en nuestras mentes.

Una red entonces es el espacio funcional de la sociedad moderna del siglo XXI donde se incluyen los partidos políticos, la familia, los grupos de amigos, los compañeros de trabajo, los movimientos sociales, los grupos de interés y las organizaciones de la sociedad civil. Una red es un mecanismo de procesamiento de conflictos, donde las decisiones son tomadas por diferentes estructuras y personas basadas en la interdependencia de recursos estratégicos, la confianza y los procesos de deliberación.

Así la política ha devenido en un archipiélago (Arditii, 2005) conformado por distintos circuitos, es decir, en diferentes arenas de participación que restan a los partidos la capacidad de subsistema único. El archipiélago de la política está compuesto al menos por tres ámbitos o dimensiones que son: a) el partidario electoral, b) los movimientos sociales, y c) los grupos de interés organizados. Cada uno de estos ámbitos o dimensiones funciona como red singular con lógicas y objetivos específicos.

El ensamblaje social tradicional ha sido desbordado por la proliferación “no–aritmética” de espacios políticos diversos que desafían la hegemonía de la representación y su empeño por enclaustrar la participación ciudadana; en el escenario de un archipiélago de redes la clave está en procurar la cohabitación descentrada y la programación de cada red en función de un objetivo común, en nuestro caso desplazar del poder la corporación conservadora y avanzar hacia un nuevo ciclo de democratizaciones.

El formato de la articulación debe tomar en cuenta la singularidad de cada actor-red en una relación tensionada y ambigua donde se combinan la experiencia, la inexperiencia, las expectativas, los prejuicios, los intereses y las consideraciones ideológicas de cada red-actor participante.

No se trata de privilegiar el movimiento social en detrimento de la lógica política partidaria, ni la democracia directa sobre la democracia representativa, debemos ver la política sin reducirla a sus encierros institucionales en los partidos, en el sistema electoral y en el Estado. El desafío es un enfoque que reconozca que la acción política para que sea eficaz debe abandonar las opciones simplistas de tipo o lo uno o lo otro.
Para poder articular la oposición en un escenario de actores diversos se debe tomar en cuenta la “importancia variable” de las distintas redes, esferas, partidos o arenas de la participación política.

La dirección es programación

La dirección debe entenderse como programación, codificación de mensajes y conexión de redes para lo cual se amerita que los partidos asimilen sus límites históricos y que sólo abriéndose a la sociedad pueden encontrar las nuevas formas de organizar la representación y el debate político hacia decisiones compartidas.

No se requiere simplemente saber utilizar las nuevas herramientas de la política como los medios masivos de información y la Internet, más que eso es imprescindible la capacidad de posibilitar la autonomía y la autorrealización de las diferentes redes, porque más que un fenómeno tecnológico se trata de una política democrática postliberal, sabiendo que el espacio público está cada vez más determinado por los espacios de comunicación vistos como terreno en pugna permanente.

Cada red, por muy insignificante que pueda parecer, tiene un rol importante sin el cual el objetivo del conjunto es imposible de conseguir puesto que se ésta constituye un canal vital de la codificación de los mensajes políticos en el cuerpo y la mente de un público particular.

Las alianzas que se necesitan para derrotar la élite conservadora que controla el Estado y la sociedad van más allá de la suma aritmética, unitaria y compactada de las principales organizaciones políticas de la oposición dado que es imprescindible para coronar el objetivo compartido definir un relato creíble por la mayoritaria de la población, un sofisticado ejército electoral con voluntad de poder, capital humano especializado que suele ser escaso en los partidos políticos y dirección estratégica compuesta por personas preparadas en distintos campos del conocimiento.

En cada red existen parte de esos componentes que deben ser identificados por medio de la movilización social, el diálogo y las consultas en medio de un clima de trabajo centrado en el logro del objetivo común. Esto dependerá de la capacidad de respetar las diferencias, de superar escollos mediante la negociación de posiciones y del apego a la voluntad democrática del conjunto.

La analítica, la deliberación y la dirección estratégica deben obedecer a una división funcional del trabajo donde los órganos han de estructurarse atendiendo a las necesidades y a criterios que privilegien la selección especializada sin menoscabar los principios de equilibrio y representación.

Sobre la base de lo expresado es crucial la habilitación de espacios consultivos, de diálogo y debates a diferentes escalas y niveles programados como ejercicio de configuración y conexión de redes que descanse en la dirigencia media de los diferentes actores involucrados, procurando así alcanzar la mayor cantidad posible de partidos políticos de la oposición, movimientos sociales, grupos de interés y organizaciones de la sociedad civil.

Texto presentado por el autor en el panel Cómo articular una oposición democrática, celebrado en Santiago, República. Dominicana, el 29 de septiembre de 2013 en el marco de la Convergencia por un mejor país.

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